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EL PATRIMONIO AL PALO.

  • Foto del escritor: Patrimonio Negro
    Patrimonio Negro
  • 1 abr 2018
  • 6 Min. de lectura

La calle más larga, el río más ancho,

Las minas más lindas del mundo

El dulce de leche, el gran colectivo

Alpargatas, soda y alfajores

Las huellas digitales, los dibujos animados

Las jeringas descartables, la birome

La transfusión sanguínea, el 6 a 0 a Perú

y muchas otras cosas más…


PROBLEGOMENOS DE NUESTRA IDENTIDAD CULTURAL Y SU RELACIÓN CON EL PATRIMONIO

Patrimonio Negro surge con la finalidad primordial de abordar la temática en materia patrimonial, abordando los problemas vinculados con el mismo: el acompañamiento, la observación crítica de los discursos que surgen desde la gestión institucional, como así también las acciones y omisiones que entre otras cosas, rodea a protección y difusión patrimonial. Si bien nuestros editoriales tienen como fin mantener un tono de denuncia, la intención primordial es instalar una reflexión permanente, que tenga carácter constructivo y de mejoramiento de las condiciones que en materia de gestión institucional, formativa e individual debería tener la dimensión patrimonial.

El patrimonio se constituye como un tema dentro del campo político-social de haceres y aconteceres, que instala diversos niveles de análisis y discusiones en torno a su valoración como bien social, normativas, enajenación a favor de actividades económicas u otras, de procedimientos y flexibilidad de su gestión, de conceptos y cavilaciones, de vacíos y especulaciones etc. Sin lugar a dudas este amplio abanico de temas forma parte de las estructuras institucionales encargadas de su gestión dentro del campo político y por ende atado a la idea subyacente de Estado que impere. Esta condición es el punto a partir del cual comenzaremos a delinear y construir nuestras diatribas.



Considerando que un buen porcentaje de las dificultades que rodean a la tarea patrimonial son problemas de tipo coyuntural (negligencia, abandono, falta de inversión económica, errores conceptuales en torno a su gestión, vacíos legales, etc.) pero que poseen raíces de índole estructural, los peligros que rodean la dimensión patrimonial son resultado no solo de factores vinculados a la inoperancia político- institucional o de acciones interesadas o especulativas, sino también de la falta de identificación y abordajes de estos problemas así como de acciones emancipadoras que permitan sustentar una base sólida de gestión superadora de coyunturas político-sociales.


En nuestra provincia consideramos que la emergencia patrimonial es un tema no subsanado de larga data, pero que en la actualidad el problema se actualiza y se intensifica a la luz de nuevos coyunturas políticas, sociales y económicas. Es profusa la difusión a través de la prensa de estos problemas, cada nueva nota o editorial es una luz de alerta que se renueva sobre lo ya negociado, lesionado, avasallado, manipulado o enajenado. Ante esta evidencia, nuestra reflexión considera, que en contextos políticos-económicos de avances de modelos neoliberales, en donde los discursos de mercantilización y eficiencia son moneda corriente, donde la educación, la salud, la seguridad social y la cultura se transforman en futuras fuentes desde donde abrevar nuevas ganancias para el mercado. Nuestro patrimonio y bienes culturales no quedan exentos y sufren mayores amenazas, convirtiéndose, en el mejor de los casos, en un factor “estratégico”, asumiendo una valoración de tipo “recurso” a favor del desarrollo económico como el turismo y destacando su dimensión funcional en desmedro de su propiedad cultural o mediante la subjetivación negativa en torno a la idea de costo- beneficio en favor de la idea de “progreso”, por lo general carente de verdadero impacto socio- económico colectivo. En la actualidad esta situación se presenta bajo la espectacular parafernalia de desarrollo de la obra pública, principal factor de inversión del actual gobierno provincial y Nacional, maquillaje sobre el que descansa el actual orden político e indicador de desarrollo y crecimiento de sectores como la construcción y empleo vinculado a esta.


Este último punto, que es de vital importancia, nos afronta a un nuevo escenario o al menos a uno que no consideramos y es origen de nuestras diatribas. Ya no, nos enfrentamos solamente a la especulación de los intereses de sectores económicos privados, sino a los especulativos horizontes políticos, que aspiran crear una falsa sensación de pujanza, facilitando desde lo institucional, a través de su principal organismo de gestión (la Dirección de Patrimonio) la dislocación en materia de gestión, pensada en pos de los intereses y coyunturas políticas. La crisis de identidad que sufre la principal institución encargada de la salvaguarda del patrimonio, su intención manifiesta de alineación a las prácticas políticas vigentes y su posicionamiento de genuflexión frente a los intereses de los grandes capitales inmobiliarios nos interpela como miembros activos de la sociedad a problematizar y discutir las dificultades estructurales de la dimensión Patrimonial buscando mecanismos de acción para sobrellevar estas adversidades.

Como afirmamos más arriba, la emergencia en materia patrimonial nos pone en la situación de encontrar soluciones a muchos de los problemas que atetan contra nuestros bienes culturales tangibles e intangibles ya que la aplicación de normas operativas y reglamentaciones, o de la mayor o menor permeabilidad de las políticas y burocracia estatal en torno a la gestión patrimonial no han podido subsanar la exponencial pérdida del acervo cultural mendocino. En nuestra opinión un factor de importancia se encuentra en la identificación de aquellos símbolos que forman nuestra conciencia concreta, producto o resultado de esa red de intersubjetividades que nos configura en sociedad. En resumidas cuentas de lo que consideramos nuestra identidad cultural.

Tal vez una de las comparaciones más utilizadas y comentadas se halle en la visión acerca de la gestión uso y valor que países europeos realizan sobre sus bienes patrimoniales. Miramos azorados y gratamente sorprendidos la organización, planificación y compromiso que desde lo privado a lo público y desde lo individual a lo colectivo, se efectúa en virtud de la activación patrimonial. Tal vez a partir de estos ejemplos podamos abordar el tema a nuestra escala de análisis. Es indudable que tanto patrimonio como turismo son ámbitos de compenetración y complementación que han generado en su desarrollo verdaderos campos de investigación y espacios interdisciplinarios de observación científicos. Sin embargo tanto el estudio individual de estas disciplinas o la convergencia de estos campos, son relativamente recientes y de gran potencial desde la investigación y reflexión individual. Creemos que el acompañamiento de este desarrollo y éxito en los procesos de activación patrimonial se debe, entre otras cosas, a factores como el reconocimiento de la identidad cultural, como complejo que sostiene las expresiones más diversas del devenir humano.


PATRIMONIO E IDENTIDAD CULTURAL

En su trabajo, cultura, cultura Latinoamericana y cultura Nacional, Enrique Dussel, aborda el problema de la identidad cultural considerando que lo propio de los estilos de vida es expresarse y manifestarse a través de la objetivación de objetos culturales en los portadores de ese estilo de vida; obras de arte, literatura, arquitectura, la música, la danza, las modas del vestido, la comida y de todo comportamiento en general, las ciencias del espíritu en especial (la historia, psicología y sociología, el derecho) y el mismo lenguaje como el lugar propio donde los valores de un pueblo cobran forma, estabilidad y comunicación mutua (Dussel 1965). El principal objetivo de Dussel es enfrentarnos a los siguientes interrogantes: ¿puede un pueblo carecer de cultura? ¿Posee este pueblo una gran cultura original? El problema principal de estas preguntas radica en la ausencia de la dimensión cultural sino en la formulación de la pregunta a través de la cual se debe detectar las propiedades cualitativas de las mismas. La palabra cultura viene de calera, cuidar, refinar. Este análisis considera que una gran cultura es el resultado de grandes creaciones literarias, artes plásticas y la filosofía como medio de formación de su vida, existe, sin embargo una condición indispensable para esta realización. La autointerpretación humana. La alta formación de vida se debe a que en el arte, la literatura y filosofía se creaba un espejo de autointerpretación.


Continuando con los interrogantes propuestos por el autor: ¿cuál debería ser nuestro ethos? En los términos expresados por Dussel, se entiende que: “… Llamaremos ethos de un grupo o de una persona al completo total de actitudes que predeterminando los comportamientos forman sistema, fijando la espontaneidad en ciertas funciones o instituciones habituales” y el ethos como: “…un mundo de experiencias, disposiciones habituales y existenciales, vehiculadas por el grupo inconcientemente, que ni son objeto de estudio ni son criticadas” conceptos que ponen énfasis en las particularidades y actitudes diversas ante determinadas experiencias. Retomando la pregunta inicial, sobre nuestro ethos, ¿puede nuestra cultura, superar el devenir histórico de su propia configuración? Considerando su mixtura y su dependencia a un suceso que condiciona la evolución de las particularidades de las culturas originales, previas a la conquista Dussel se interpela al posicionar la identidad latinoamericana en el centro de nuestra propia reflexión, como parte activa de la discusión, ante el avance de universalización de la técnica y uniformismo actual.


Atizados por estos interrogantes volvemos a la problemática sobre el estado actual del patrimonio mendocino e insistimos en la necesidad apremiante de un empoderamiento colectivo de nuestro acervo cultural. Frente a esta embestida de la coyuntura neoliberal percibir el patrimonio al palo parece ser la actitud más adecuada.


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